Priviet! (Hola en ruso. Sí, nos estamos volviendo
“mili-lingües”)
Hoy en un principio se suponía que tenía que trabajar a las
siete de la tarde, pero no, me dieron ayer la mala noticia de que tenía que
entrar a las 12. Once horas y media de sufrimiento.
Ya que me decido a contar todo voy a ser explícita
explicando el percance que he tenido hoy
(si eres chico puedes saltarte este párrafo). Como soy muy inteligente y
tengo la cabeza puesta en su sitio, se me ha olvidado ponerme tampón y he
llegado al trabajo en un mar de sangre. A pesar de que parezca imposible, esto
ha tenido buenas consecuencias: he podido trabajar en mis vaqueros y no me he
tenido que poner la falda (blanca) que nos dan allí.
A las seis me he tomado mi “break” y me he comprado una
pizzita de peperoni (la primera pero no la última) para comer-cenar y me he
sentado a comérmela cuando de repente a lo lejos veo una silueta conocida:
¡Ibone! Nos hemos quedado de charla con el novio de Olga y les hemos dado los
restos a sus colegas (no ellos no son unos viejales), a ver cuando nos montan
gratis en las camas elásticas o en el toro mecánico.
Y vuelta al trabajo…¡bla, bla bla!
Por fin se ha acabado mi jornada de trabajo, después de once
horas y media, y en casita nos esperaban Tania y Sergei con la comida
preparada. Tenemos sentimientos contradictorios sobre este asunto porque somos
unas ratas. Sí, nos da vergüenza admitirlo, pero lo somos. Queremos que nos
hagan la comida, por supuesto, pero eso significa tener que darles lo que nos
pidan y como ya os hemos contado, tienen la manía de pedirnos todo lo habido y
por haber.
Le he borrado la cara a Ibo porque sino fijo que se queja |
Nos hemos quedado un ratito de charla y a la cama, que
mañana toca playita y mas work. Ciao
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